Inés García

Inés García

Emociones disfrazadas: cuando la tristeza se viste de rabia y viceversa

julio 16, 2023

Hace un ratito, estaba hablando con mi amiga Marina por whatsapp y me ha compartido una situación ante la cual me ha dicho que estaba triste. Yo me he imaginado a mí en ese escenario y me he visualizado enfadadísima. Acto seguido me ha venido este cuento corto de Jorge Bucay, os lo comparto y seguimos 🙂

En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta…
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas
Había una vez un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente…

Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque.
La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se baño rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua.
Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró.
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza…
Y así vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calma y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.

Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia está, en realidad, escondida la tristeza.

Jorge Bucay, «Cuentos para pensar».

Algo que suele suceder, es que las emociones pueden aparecer de dos en dos, como en el cuento. Esto, no tiene por qué generar un conflicto per se. Yo puedo sentirme triste y frustrada por una situación, que ambas emociones tengan un permiso y un lugar dentro de mí y que ambas encuentren una manera de ser expresadas de la forma que se necesite.

Sin embargo, la tristeza y la rabia son las dos caras de la misma moneda y lo que también sucede es que las disfrazamos poniendo a una el traje de la otra. En este caso, la emoción que está por debajo o que es enmascarada, es aquella que tendemos a esconder, que está más reprimida o criticada y cuya expresión nos cuesta más y nos genera una mayor dificultad. Justo por esto la camuflamos bajo la que nos resulta más cómoda y con la que estamos más habituadas. Es por ello que una reacción emocional puede mostrarse en forma de tristeza y que en el fondo haya enfado o al revés, reaccionar manifestando rabia y que me sienta profundamente triste. El porqué de una u otra seguramente haya tenido que ver con cuál hemos aprendido desde pequeñas que está mejor vista, más validada de diferentes maneras en nuestra familia o entorno cercano y con cuál ha sido la forma en la que he necesitado moverme o reaccionar.

Ojo, que una emoción sea más cómoda que otra, que yo esté habituada a reaccionar de una forma determinada, no quiere decir que no me genere malestar o que sea lo que estoy necesitando hacer.

Vamos a poner algún ejemplo como en el relato. Si reacciono con rabia ante un comentario que me hace mi madre y en realidad lo que me genera es tristeza porque no me siento reconocida por su parte pero me da vergüenza o no me puedo permitir la tristeza porque para mí es signo de debilidad, esta no será expresada y no estaré haciendo lo que necesito hacer.

Por otro lado, si mi pareja siempre me pide que haga tareas de la casa. Y yo las hago pero me voy sintiendo triste y no me siento valorada por su parte. Puede ser que necesite conectar con mi enfado de no sentirme apreciada en mis esfuerzos o en mi tiempo libre y que este enfado sea el que me haga decir que no e ir trabajando en poner mis límites.

Si vuelvo a la conversación con mi amiga y lo que le ponía triste (y que ha sido lo que ha motivado esta entrada), su frase fue: «estoy más tristona que rabiosa, ya saldrá la rabia, ya». Mi pensamiento fue: «yo estaría más rabiosona que triste, pero ya saldría la tristeza después». Al final, la conclusión que obtengo de la reflexión de hoy, es que el objetivo no es ser o sentir de una manera determinada, sino saber cómo somos.

Conocernos para ser honestas con lo que sentimos realmente y negociar con ello, negociar con nosotras mismas para cuidarnos mejor.

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