Es real que el hecho de acudir por primera vez a terapia o a visitar a una psicóloga por primera vez, puede generar (y de hecho es súper normal que suceda) un cierto miedo o nerviosismo a pesar de estar cada día un poquito más normalizado, de que podamos conocer a personas de nuestro entorno que vayan y de que socialmente sea un poco menos tabú.
Todas las personas en algún momento de nuestra vida podemos experimentar alguna situación, algún problema o malestar que nos haga querer buscar ayuda. Yo soy de las que opina que la vida no es fácil y que son muchas las ocasiones donde nos pone a prueba. Sim embargo, también es importante decir que no es necesario que haya una patología (ni hace falta buscarla) más o menos grave para querer ir a terapia. En ocasiones, las motivaciones van más relacionadas con el desarrollo o crecimiento personal, con el hecho de querer entenderme más y cuidarme emocionalmente. El bienestar personal no se concibe como una meta, sino como un viaje, como un proceso.
En este viaje, cada persona acude a terapia desde un lugar, llevada por unas cuestiones o por otras, por lo que no hay un camino fijado o una expectativa que cumplir para con el psicólogo/a. No hace falta que te prepares nada, con que vayas es suficiente. Ya sentimos muchas exigencias en nuestra vida como para que la terapia sea una más, al menos esa es mi forma de entender este proceso. Como algo que parte de la confianza y no de la exigencia. Así pues, no te preocupes por la sesión, la profesional irá guiando la sesión en función de su manera de trabajar y está formada/o justamente para ello, para trabajar con las distintas emociones que surjan. Así pues, si hay dudas, miedos y no sabes por dónde empezar, no te preocupes que es perfectamente normal. De hecho, puede ser que dos días antes te arrepientas de haber cogido la cita (sí, esto también sucede bastante habitualmente) y que puedas pensar que ya no lo necesitas, que todo lo que te llevó a contactar ya está solucionado y que no estás tan mal. Pues bien, te diré que si este es tu caso, te permitas darte la oportunidad de acudir, de mirar aquello que estaba sucediendo y que te llevó a darte importancia a ti misma. No te boicotees a través de esa sensación y prueba a encargarte de ti de una manera diferente.
Si cada persona acude desde un lugar y no hay un camino estándar marcado, tampoco habrá un número fijo de sesiones para tu proceso. Hay quien con cuatro sesiones tendrá suficiente y quienes acuden durante años. Entre la profesional y tú iréis valorando la periodicidad de las sesiones y en la primera sesión lo podréis comentar. Por último pero muy importante… has de poder sentirte cómoda/o y en confianza ya que la terapia implica hablar de ti misma/o. Esta primera o primeras sesiones tienen el objetivo también que tú puedas ver cómo te sientes frente a tu terapeuta y esto es muy importante. Las psicólogas y psicólogos somos personas como tú, con formas de movernos en el mundo y de trabajar diferentes y que no necesariamente encajamos con todas las personas y en todos los momentos. Puede que no hayas conectado con tu psicóloga anterior o que no conectes conmigo si nos conocemos. Esto no querrá decir que no haya una figura profesional para ti, que haya ido algo mal o que la profesional no sepa hacer su trabajo. Esto significa que la terapia es la vida real, donde en muchas ocasiones hay que darse la oportunidad de seguir buscando.